El fruto de la fe genuina: Las buenas obras

Josué Cáceres

Tema: El fruto de la fe genuina: las buenas obras

“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” Santiago 2:17

Introducción – Al considerar este pasaje de la carta de Santiago, y cualquier otro pasaje de la Escritura, debemos mirar con detenimiento cada detalle y frase en el mismo. No hacer este ejercicio (exégesis) puede conducirnos a errores crasos en nuestro entendimiento del mismo. El capítulo 2 de Santiago, específicamente los versos 14 al 26, es uno que necesita ser escudriñado ya que está porción ha sido causa de un sinnúmero de malentendidos. Solo a través de este ejercicio y guiados por el Espíritu Santo comprenderemos la riqueza teológica y práctica que este pasaje brinda a nuestras vidas.

1.“Si alguno dice” (Santiago 2:14 - “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”) - Santiago quiere que entendamos que de nada es provechoso para el hombre decir que tiene fe (Santiago 2:14). La mera profesión de fe en sí misma no produce nada en la vida del hombre, es la posesión de la fe lo que nos hace nuevas criaturas en Cristo. El apóstol Pablo nos enseña en Romanos 10:10 que una verdadera profesión nace de un corazón que ha creído. Sin embargo, Santiago no está hablando de alguien que verdaderamente cree, él habla de alguien que “dice que cree”. Está haciendo un contraste entre la fe verdadera y la fe falsa a través de su carta y en estos versos continúa haciendo lo mismo. Para esto genera una pregunta: “¿Podrá alguien decir que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Podrá esa fe salvarle?” La respuesta de Santiago es: “por supuesto que no”. La fe que salva siempre viene acompañada de frutos y ese fruto son buenas obras. Desde este versículo en adelante él va a mostrar que es imposible mostrar la fe genuina sin obras. Juan Calvino decía: “La fe sola justifica, pero la fe que justifica no está sola”. Jesús mismo expresó que seríamos conocidos por nuestros frutos (Lucas 6:43-45, Mateo 12:33).

2.La fe muerta – Uno de los aspectos más importantes que nos enseña la Escritura, y este pasaje, es la posibilidad de engañarnos a nosotros mismos. En Santiago 1:22 vemos que si solamente oímos, pero no ponemos en práctica la Palabra, no somos verdaderos discípulos. Jesús mismo enfatiza este punto en Mateo 7:16-29 y nos muestra que la fe que justifica siempre viene acompañada de fruto. Sin embargo, una fe que no produce frutos es una fe muerta, o sea, una fe que no puede hacer nada. La advertencia de Santiago es importante porque muestra la condición de muchos creyentes hoy día. Mucha gente se reúne semana tras semana en una congregación, pero lo hacen de manera engañosa. Se engañan ellos mismos al creer que escuchar la Palabra o afirmar que tienen fe es una evidencia de su salvación. Si esta fe no los lleva a vivir y hacer lo que han escuchado o creído, entonces esa fe es muerta. La verdadera fe es evidenciada por la transformación que ocurre en nuestras vidas: somos hechos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17), nuestro deseo es vivir para Dios y hacer su voluntad (Romanos 14:8), es manifestar el fruto de Su Espíritu en nuestra vida (Gálatas 5:22-23).

3.Las características de una fe muerta - podemos identificar tres características de una fe muerta. La primera, la cual acabamos de estudiar, es hacer una profesión vacía. Es afirmar que creemos, pero no mostrarlo por medio de nuestras acciones (obras). La segunda característica de una fe muerta es la falta de amor o compasión por los demás. Esto es lo que aprendemos al leer los versos 15 y 16 de este capítulo. El pasaje nos habla de alguien que tiene conocimiento de la necesidad de un hermano o hermana. Está necesidad es apremiante, ya que Santiago describe a una persona indigente, esto es, con muy poca ropa y sin el alimento de ese día. La respuesta del que posee una fe muerta es inútil: solo les exhorta a que vayan y consigan lo que necesitan, pero no les provee nada. Al igual que en el verso 14, Santiago hace una pregunta anticipando una respuesta negativa: “¿de qué le aprovecha esto, el decir ve en paz y calentaos y saciaos, al hermano en necesidad?” Más que nada, Santiago quiere resaltar la falta de compasión de aquellos que menosprecian al necesitado y muestran favoritismo hacia los de mejor condición social. Un verdadero discípulo entiende que la fe se muestra por medio del amor (Gálatas 5:6 NTV) y esto queda manifestado en su vida por un deseo de ayudar a los demás, o sea, a nuestro prójimo (Lucas 10:27). En Mateo 25:31-46, Jesús mismo recalca la importancia de una fe que se evidencia por medio de buenas obras. Son esas obras las que evidencian quiénes son ovejas (fe genuina) y quiénes son cabras (fe muerta). Como bien dice Evis Carballosa en su comentario: “la fe muerta no solo revela su inutilidad, sino que muestra que quien reclama poseerla también está muerto espiritualmente (Santiago 2:17). Sin embargo, la fe genuina es como un árbol frutal, usted no le añade el fruto al árbol, el fruto es parte de su esencia, la fe genuina siempre produce obras buenas.”

4.Mostrando la fe por las obras – Santiago utiliza una forma literaria común, la diatriba, para presentar la tercera característica de una fe muerta. Esta forma de argumentar presenta una forma de diálogo en el que se presentan objeciones. La tercera característica de una fe muerta es tener una convicción superficial. El error es pensar que la fe y las obras son algo inseparable, es como si ellos pensaran en la posibilidad de poseer la verdadera fe sin evidenciarla por medio de frutos (v.18). Las obras son inseparables de la fe genuina porque son el resultado de ella. El apóstol Pablo en la carta a los Efesios nos muestra como hemos sido salvados (Efesios 2:1 al 9), pero también nos muestra que el propósito de nuestra salvación (Efesios 2:10) es caminar en las buenas obras que Dios ya preparó para nosotros. Santiago, entonces pide algo imposible de realizar, muéstrame tu fe sin tus obras. No hay manera de mostrar que alguien posee la fe genuina si no vemos una evidencia externa de la obra interna que Dios está realizando. Por el contrario, sí podemos mostrar la genuinidad de nuestra fe por medio de nuestro fruto, al decir: “te mostraré mi fe por mis obras”. Es como si Santiago aludiera a las palabras del Sermón del Monte cuando Jesús dice que debemos ser sal y luz, para que los hombres, al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16). La falta de buenas obras muestra la superficialidad de nuestras convicciones. Santiago dice que podemos afirmar que Dios es uno y aún no poseer la fe genuina, porque también los demonios creen y tiemblan (Marcos 1:23-24; 5:1-7). Puedes decir que crees en Dios y que sabes que eres un pecador, pero si esa convicción no viene acompañada de arrepentimiento y transformación, es superficial, no es genuina, porque la fe sin obras es muerta.

5.Examinando nuestras vidas - El propósito de Santiago es que examinemos nuestras vidas y abracemos la verdadera fe. Que no sigamos engañándonos, como Simón el mago (Hechos 8:9-25) y aquellos hacedores de maldad (Mateo 7:21-23), sino que con corazones arrepentidos volvamos al evangelio y seamos justificados por nuestra fe en nuestro Señor Jesucristo. Comprendamos que somos justificados por la fe en Cristo solamente, pero la fe que justifica nunca está sola, siempre produce frutos de justicia.