La fe viva produce imparcialidad
Tema: La fe viva produce imparcialidad
“Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; 9 pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.”
Santiago 2:5
1.La fe viva produce imparcialidad – Santiago nos muestra que la fe genuina y el favoritismo no mezclan. Siguiendo el pensamiento del primer capítulo, el favoritismo viene con la contaminación del mundo que no toma en cuenta a Dios. Como escribe en Santiago 1:27b NTV: “no dejar que el mundo te corrompa”. Mientras más mundanos somos, menos percibimos el favoritismo. Quiéralo o no, está presente. Una relación más estrecha con Cristo y Su Palabra nos llevarán a darnos cuenta de esos prejuicios y ponerlos en las manos de Dios y rendirnos ante Él para que el Espíritu Santo nos transforme cada día más a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18 NTV – “Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen”).
2.Escuchen, mis queridos hermanos (Santiago 2:5 – “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?”) – Santiago llama la atención a sus lectores u oidores de la carta en un sentido de urgencia. Al mismo tiempo mantiene su tono pastoral demostrando su gran equilibrio didáctico y su amor pastoral. Nuevamente usa una pregunta retórica de la que se espera una respuesta positiva. Dios ha hecho la elección en conformidad con su soberana voluntad. Pablo lo expresó en 1 Corintios 1:26-29 NTV, “Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos cuando Dios los llamó. 27 En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos. 28 Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante. 29 Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios”. Dios escoge para Su gloria. La elección divina es desde antes de la fundación del mundo y es en amor (Efesios 1:3-8 NTV, “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo. 4 Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. 5 Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. 6 De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. 7 Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. 8Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento”). El hombre no posee derechos personales que influyan en la elección. En contraste con la actitud de parcialidad en la ilustración de los versos 2 al 4, Santiago presenta el actuar de Dios en la elección. No significa que todos los pobres serán salvos, pero sí asegura que la pobreza no los coloca en desventaja espiritual en comparación con el rico. La elección para salvación se debe a un favor inmerecido, la gracia de Dios. Estos pobres no son ricos en fe a causa de su pobreza, sino por la elección de Dios. Aunque no tienen los bienes materiales de los poderosos han sido enriquecidos en los tesoros celestiales y con el don precioso de la salvación. De modo que son poseedores de lo que no se puede comprar con oro o plata (1 Pedro 1:18-20 – “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,”).
3.Una actitud incongruente (Santiago 3:6-7 NTV – “¡Pero ustedes desprecian a los pobres! ¿Acaso no son los ricos quienes los oprimen a ustedes y los arrastran a los tribunales? 7 ¿Acaso no son ellos los que insultan a Jesucristo, cuyo noble nombre ustedes llevan?”) – Es como si dijera: “Dios hizo esto, pero ustedes han hecho esto otro”. En el acto de descortesía y discriminación habían demostrado una actitud de desprecio hacia el hombre pobre. Aquellos que Dios “ha elegido”, han sido “deshonrados” por los que profesan conocer a Dios. El maltrato no había sido físico, pero sí moral, emocional y espiritual. Pablo afirma que el amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Timoteo 6:10 – “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”). Es importante mencionar que la riqueza en sí misma no es pecado y la Biblia registra hombres ricos piadosos, como Abraham, Job, Bernabé, José de Arimatea y otros. Las riquezas deben usarse para glorificar a Dios y no para oprimir a los pobres (1 Timoteo 6:17 –“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”). Dios no condena al rico por ser rico, sino por ser injusto y falto de misericordia hacia los pobres y por adorar sus riquezas. En resumen, Santiago afirma que el creyente debe practicar la imparcialidad porque armoniza con los propósitos electivos de Dios.
4.La práctica de la imparcialidad es congruente con las Escrituras (Santiago 1:8-9 – “Por supuesto, hacen bien cuando obedecen la ley suprema tal como aparece en las Escrituras: «Ama a tu prójimo como a ti mismo»; 9 pero si favorecen más a algunas personas que a otras, cometen pecado. Son culpables de violar la ley.”) – Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseñan que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34-35 – “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”). Tanto el judío como el gentil, al momento de creer, es bautizado por el Espíritu en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia (Efesios 2:11-22). Es sobre esta base que Santiago exhorta a practicar la imparcialidad. Santiago citó Levítico 19:18 (“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.”). Jesús enseñó que toda la ley y los profetas dependen del cumplimiento de los dos primeros mandamientos (1) amar a Dios, y (2) amar al prójimo (Marcos 12:29-31 – “Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”).