La misericordia triunfa sobre el juicio
Tema: La misericordia triunfa sobre el juicio
“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Santiago 2:13
Introducción – Los versos que hemos estudiado por las pasadas dos semanas y la porción que estudiaremos en esta mañana (Santiago 2:10-13) sirven como preámbulo a una de las porciones más malentendidas y malinterpretadas de la Escritura. Por lo tanto, es necesario que estudiemos con cuidado este pasaje con el fin de desarrollar un claro contexto y entender lo que Santiago y, por supuesto, Dios nos quieren comunicar. Si ignoramos el contexto de la porción bíblica podremos cometer el error común de querer acomodar el texto a mis ideas y no mis ideas al texto. Recuerde que la Palabra de Dios es viva es eficaz (Hebreos 4:12) y nos comunica el carácter del Santo y Glorioso Dios. Sin embargo, somos nosotros, los que necesitamos, diariamente, someter nuestra mente a una transformación que ocurre por medio de nuestra exposición a la Escritura (Romanos 12:2, Salmo 119:105).
1.Transgresores de la ley – En Santiago 2:9 se nos enseña que si hacemos acepción de personas somos transgresores de la ley. En el verso 10 Santiago va a recalcar la gravedad de nuestra condición. Santiago 2:10 nos enseña: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”. Para ser un transgresor de la ley el hombre no tiene que desobedecer muchas leyes; solo tiene que desobedecer una. La ley de Dios es un todo y demanda obediencia total (Deuteronomio 28:1; 28:15). En Mateo 5:19-20, Jesús declara: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Debemos entender que somos transgresores de la ley. Romanos 3:9-20 nos enseña que no podemos ser justificados por las obras de la ley. Dios demanda obediencia total, cada vez que tú y yo fallamos contra Dios o contra nuestro prójimo estamos fallando en amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestra mente, nuestra alma y con todas nuestras fuerzas y, como consecuencia, no amamos a nuestro prójimo. Ante esta realidad pueden surgir dos respuestas en el corazón del hombre.
a.Pensar que nuestra obediencia parcial es suficiente – Muchos creyentes, al igual que los fariseos, no ven la ley de Dios como un todo. Piensan que poseen el derecho de escoger qué van a obedecer y qué no van a obedecer. El profesor Hiebert comenta sobre estos versículos lo siguiente: “Nuestra obediencia a la voluntad de Dios no puede hacerse sobre una base selectiva; no podemos escoger la parte que nos agrada y descartar el resto. La voluntad de Dios no es fragmentaria; toda la ley es una expresión de Su voluntad para Su pueblo; constituye un gran todo.” Santiago 2:11 lee: “Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.” Santiago nos quiere mostrar que la obediencia requerida es total y nosotros hemos fallado en obedecer. Jesús, al interpretar correctamente la ley, nos enseña dónde se origina el pecado y cuándo comenzamos a fallar (Mateo 5:21-48). El corazón del hombre es el lugar donde primero el hombre falla (Mateo 15:19). Por lo tanto, la obediencia parcial no es suficiente, la ley de Dios requiere obediencia total.
b.Comprender la necesidad de un Salvador – Si entendemos que somos transgresores y que no podemos salvarnos, entonces entendemos la necesidad de ser justificados. La justificación solo puede ser provista por Aquél capaz de vivir una obediencia perfecta. Somos justificados por fe solamente, en Cristo solamente y por Gracia solamente. Juan exclamó que Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). El escritor de Hebreos lo describe como un sumo sacerdote sin pecado (Hebreos 4:15). Somos justificados, no por nuestras acciones, sino por la fe en nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1-2). El verdadero creyente entiende que la paga del pecado es la muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 6:23).
2.Hablad y haced (Santiago 2:12 - “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.”) - Santiago nos vuelve a recordar la importancia de ser hacedores de la Palabra (Santiago 1:22-25). Por eso dice: hablen y hagan teniendo en cuenta que un día serán juzgados. Es lo que Pablo expresa en 2 Corintios 5:10. Douglas J. Moo comenta sobre Santiago 2:12 y nos dice: “debemos comprender que el ser aceptados por la gracia de Dios no anula nuestra obligación de obedecerle, lo que hace es que establece un nuevo fundamento para la obediencia. Esta obligación la tomamos con gozo, ya que se establece en la ley de la libertad, la cual nos ha concedido los ser liberados de la pena del pecado y nos ha concedido el poder, por medio del Espíritu Santo, de obedecer su voluntad.” Muchos ven la ley de Dios como una restricción, pero la verdadera libertad no esclaviza, por el contrario nos protege.
3.La misericordia triunfa (Santiago 2:13 - “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”) – Santiago comienza el verso 13 con una advertencia a aquellos que están haciendo acepción de personas. Les advierte que si continúan actuando de esa manera al final de sus días encontrarán un juez “sin misericordia”. Recuerde que Jesús dijo que “Bienaventurados son los misericordiosos” (Mateo 5:7). Sin embargo, debemos aclarar: “Santiago no está diciendo que la mostrar misericordia hacia el hombre, procuramos la misericordia de Dios. Eso haría de la salvación un producto del mérito humano y negaría todo el mensaje de las Escrituras. Lo que Santiago quiere decir es que al dejar de mostrar compasión hacia nuestros semejantes, manifestamos nuestra completa carencia del carácter cristiano.” Santiago no termina el verso con una nota negativa, sino de esperanza. Declara que la misericordia triunfa sobre el juicio. La misericordia triunfa porque muestra al Dios que servimos y honramos. Dios es el Padre de misericordia. Cuando nosotros expresamos misericordia reflejamos la misericordia que nos ha sido concedida. Entonces no estamos siendo selectivos en nuestra obediencia, sino que nuestras buenas obras dan testimonio del buen Dios que nos ha salvado, justificado y redimido (Mateo 5:16 – “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”).