La fe genuina y la verdadera religión
Tema: La fe genuina y la verdadera religión
“Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. 27La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.”
Santiago 1:26-27
Introducción: En este capítulo de Santiago aprendimos que Dios usa las pruebas y adversidades para madurar nuestro carácter. También aprendimos que la fe genuina del creyente enfrenta las tentaciones y su resultado es firmeza y bendiciones de parte de Dios. Finalmente, Santiago nos enseña que cuando el creyente de fe viva se enfrenta a la Palabra de Dios, el resultado es frutos que glorifican a Dios. Somos llamados a ser hacedores y no solo oidores de la Palabra.
1.El hacedor de la Palabra evidencia el fruto de la Palabra en la práctica de su religión (Santiago 1:26-27) – Las palabras “religión” y “religioso” manifiestan un sentido negativo para muchas personas, pues en nombre de la religión se han perseguido, asesinado y realizado masacres. Los cristianos evangélicos insistimos en que tenemos una “relación” con Dios y no una “religión”. Decimos que “religión” es el hombre tratando de alcanzar a Dios, pero “salvación” es Dios alcanzándonos a nosotros a través del sacrificio completo de Jesucristo en la cruz del Calvario. Esto es muy cierto en relación con nuestra salvación. La palabra “religioso” significa “manifestar fiel devoción a una deidad máxima reconocida”. El concepto bíblico de “piedad” es similar, pero la “deidad” es únicamente el Señor. “Piedad” se define como “Virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y compasión”. El Diccionario de la Real Academia Española define “religión” como “Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto. Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido. Profesión y observancia de la doctrina religiosa”. La palabra “religión” se usa cuatro veces en el Nuevo Testamento, dos en Hechos (25:19; 26:5) y aquí en Santiago 1:26 y 27. En las primeras dos se refiere al judaísmo, la religión de los judíos. Santiago dice que así como no es suficiente ser “oidor de la Palabra”, tampoco es decir que uno es religioso; es necesario demostrarlo de una manera genuina y correcta. La enseñanza concreta del pasaje no se centra en una prohibición de la práctica religiosa, sino en una demostración cabal de la misma. Santiago no está diciendo que ser religioso es pecaminoso. Para Santiago, ser religioso significa vivir una ética que armonice con las demandas de la Palabra de Dios. El que solo habla de su religión sin vivirla a través de hechos concretos está practicando una religión vacía y engañando a su propia persona.
2.Refrena su lengua (Santiago 1:26) – Nuevamente Santiago toca el tema de la lengua, tal como en 1:19, el cual estudiaremos más a fondo en el capítulo 3. La imagen es la de un jinete y su caballo. Nosotros somos el jinete y la lengua es el caballo. El mandato que debemos oír por encima del ruido de la cabalgadura es: “¡Jinete, controla tu cabalgadura!” Santiago no se anda con rodeos. Si no controlamos la lengua, la religión es “vana”, “vacía”, “no sirve de nada”. Veamos algunos versos sobre la lengua: Proverbios 12:18 (“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”); Proverbios 20:19 (“El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua”); Salmo 15:3 (“El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino”); 1 Pedro 3:10 (“Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño”). Aquí hay una manera práctica de que estamos siendo hacedores de la Palabra. Escuchemos lo que hablamos; escuchemos nuestras conversaciones. Escuchemos nuestros chistes. Recuerda que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Efesios 4:29 NBLH dice: “No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala (corrompida), sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan”.
3.La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre - Seguramente muchos de los lectores eran gente religiosa, seguramente habían practicado por muchos años el judaísmo hasta que conocieron el evangelio de Jesucristo. Los escribas, fariseos y rabinos habían añadido tradiciones y doctrinas de hombre al judaísmo. Habían hecho de su religión un fin y no un medio para glorificar a Dios. Santiago enfatiza en una religión pura y sin mancha, libre de contaminación. No es el hombre quien determina si una práctica religiosa es correcta; Dios es quién lo determina. Santiago menciona dos manifestaciones prácticas de “la religión pura y sin mancha”: (1) “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”, y (2) “guardarse sin mancha en el mundo”. El Salmo 68:5 declara: “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada”. Santiago mencionó a las dos clases de personas de su sociedad más privados de derechos y de esperanza, las más vulnerables. Las viudas y los huérfanos eran oprimidos y explotados. Habla de cuidar y aliviar sus tribulaciones. Vemos esa compasión de Santiago en su pedido a Pablo cuando se encontraron en Jerusalén y que Pablo cita en Gálatas 2:10 – “Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer”. La verdadera religión se muestra en nuestras relaciones con los demás. Si queremos saber si somos hacedores de la Palabra, escuchemos lo que decimos de los que están en necesidad y cómo tratamos a las personas en necesidad. La fe genuina muestra el amor, la compasión, la misericordia y la gracia extendida hacia los necesitados. “Guardarse sin mancha” tiene que ver con la pureza personal. Significa “libre de censura”, “intachable”, “libre de todo vicio”. La expresión “del mundo” señala hacia la fuente de contaminación. La referencia no es al mundo físico, sino al sistema que opera en el mundo. Los creyentes estamos en el mundo, pero no pertenecemos al mundo (Juan 17:11,16). Nuestra vida debe reflejar a Cristo y Su Palabra. Santiago amplía estos tres temas en los siguientes capítulos.