Creemos que... We believe that...
LAS ESCRITURAS
Nosotros aceptamos la Biblia, incluidos los 39 libros del Antiguo Testamento y los 27 libros del Nuevo Testamento, como la Palabra escrita de Dios. La Biblia es el único registro esencial e infalible de la auto-revelación de Dios a la humanidad. Nos guía a la salvación mediante la fe en Jesucristo. Habiendo sido dadas por Dios, las Escrituras son verbal y completamente inspiradas por El. Por lo tanto, tal como fue dada originalmente, la Biblia está libre de error en todo lo que enseña. Cada libro debe ser interpretado de acuerdo a su contexto y propósito, en reverente obediencia al Señor que habla a través de ella con poder vivificante.
Todos los creyentes son exhortados a estudiar las Escrituras y aplicarlas diligentemente a sus vidas. Las Escrituras son la guía y regla autoritativa y normativa para toda la vida, práctica y doctrina cristiana. Son totalmente suficientes y no se le puede añadir, sustituir o cambiar por nuevas tradiciones, revelación extra-bíblica o sabiduría del mundo. Cada formulación doctrinal, ya sea que proviene de un credo, confesión o teología, debe ser probada con el completo consejo de Dios contenido en la Sagradas Escrituras, la biblia. Véase: (2 Timoteo 3: 14-17; 2 Pedro 1: 19-21; Mateo 5:17, 18; Juan 10:34, 35; 1 Corintios 14:37; Salmo 1: 2; 19: 7-11; Hechos 17: 11; Santiago 1: 18-25; 2 Timoteo 2:15; 2 Pedro 3: 14-17; Gálatas 1: 8, 9
DIOS ES TRIUNO
Hay un solo Dios: infinito, eterno, todopoderoso, y perfecto en santidad, verdad y amor. En la unidad de la divinidad hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; coexistentes, co-iguales, co-eternas. Véase: (Deuteronomio 6: 4; 1 Corintios 8: 4-6; 1 Timoteo 1:17; 6:15, 16; Daniel 4:34, 35; Isaías 44: 6, 8; 45: 5, 21; Mateo 28:19; 1 Corintios 12: 4-6; 2 Corintios 13:14; Efesios 4: 4-6; Juan 1: 1, 14; Hechos 5: 3, 4; Tito 1:13; Hebreos 1: 8-12)
DIOS EL PADRE
Dios el Padre es el Creador del cielo y de la tierra. Por su palabra y para su gloria, Él libre y sobrenaturalmente, creó el mundo de la nada. A través de la misma Palabra, El sostiene diariamente todas sus criaturas. Él reina sobre todo y es el único Soberano. Sus planes y propósitos no pueden ser impedidos.
Él es fiel a todas sus promesas. Obra de modo que todas las cosas sean para bien de aquellos que lo aman y en su gracia inescrutable dio a su Hijo Jesucristo para la redención de la humanidad. Él hizo al hombre para que tenga comunión con él y se propuso que toda la creación viva para la alabanza de su gloria. Véase: (Génesis 1: 1-31; Salmo 104: 1-35; Hebreos 11: 3; Isaías 40:26; Daniel 4:34, 35; Salmo 115: 3; Efesios 1:11; Romanos 4:20, 21; Tito 1: 2; Hebreos 6:17, 18; 10:23; 2 Corintios 1: 20-22; 2 Pedro 1: 3, 4; Romanos 8:28; Santiago 1:17; Génesis 2: 8; 1 Juan 1: 2, 3; Juan 17: 3; Apocalipsis 4:10, 11; Isaías 43: 7)
JESUCRISTO
Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, fue la Palabra eterna hecha carne, concebido de manera sobrenatural por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María. Él era perfecto en naturaleza, enseñanza y obediencia. Él es completamente Dios y completamente hombre. Él siempre estaba con Dios y es Dios. A través de Él todas las cosas fueron hechas y fueron creadas. Él era antes de todas las cosas y en él todas las cosas subsisten por el poder de su palabra. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación y en él habita la plenitud de la deidad corporalmente. Él es el único Salvador de los pecados del mundo después de haber derramado su sangre y haber experimentado una muerte vicaria en la cruz del Calvario.
Por su muerte en nuestro lugar reveló el amor divino y confirmó la justicia divina, la eliminación de nuestra culpa y reconciliación con Dios. Habiéndonos redimido del pecado, al tercer día resucitó corporalmente de la tumba, victorioso sobre la muerte y los poderes de las tinieblas, y por un período de cuarenta días se apareció a más de quinientos testigos realizando muchas pruebas convincentes de su resurrección. Subió a los cielos, donde, a la diestra de Dios, intercede por su pueblo y es el Señor de todos. Él es la Cabeza de su cuerpo, que es la Iglesia, y debe ser adorado, amado, servido y obedecido por todos. Véase: (Juan 1: 1, 2, 14-18; Mateo 1:20; Lucas 1:34, 35; Hebreos 4:15; 7:26; Hebreos 1: 2, 3, 8-12; Colosenses 1: 15-19; 2: 9; 1 Juan 2:2; 4:14; Juan 3:16; Isaías 53: 3-6; Mateo 20:28; 1 edro 4:18; Romanos 3: 23-26; Hebreos 07:26, 27; 10: 5-12; Mateo 28: 1-6; Marcos 16: 1-8; Lucas 24: 1-12; Juan 20:1-29; Hechos 1:3, 8-11; 2 Timoteo 2:8 ; 1 Corintios 15:1-11; Hebreos 2:14, 15; Apocalipsis 1:17, 18; Romanos 5: 6-11; Romanos 8:34; Hebreos 7: 23-25; Efesios 1: 19-23; Colosenses 1: 15-20; Apocalipsis 5:1-14; 1 Corintios 1:22; Juan 14:21, 23, 24)
EL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo, Señor y dador de vida, convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. A través de la proclamación del evangelio, Él persuade a los hombres a arrepentirse de sus pecados y confesar a Jesús como Señor. Por el mismo Espíritu, una persona es llevada a confiar en la misericordia divina. El Espíritu Santo une a los creyentes con Jesucristo en la fe, produce el nuevo nacimiento y habita en los regenerados.
El Espíritu Santo ha venido para glorificar al Hijo, que a su vez vino a glorificar al Padre. Él guiará a la Iglesia a un entendimiento correcto y a la rica aplicación de la verdad de la Palabra de Dios. Él debe ser respetado, honrado y adorado como Dios y la tercera persona de la Trinidad. Véase: (Génesis 1:2; Romanos 1:3; 8:2,6; Juan 16: 7-11; 1 Corintios 2: 8-13; 12: 3; Efesios 3: 16-19; Juan 3: 5-8; Tito 3:5; 1 Pedro 1:2; Juan 16:13-15; 14:17, 25, 26; Hechos 5:3, 4; 2 Corintios 13:14; Mateo 28:19; Gálatas 5:16-25; Efesios 1:13, 14)
EL HOMBRE
Dios creó al hombre (varón y hembra) a su propia imagen, como la corona de la creación, para que el hombre pudiera tener comunión con él. Tentado por Satanás, el hombre se rebeló contra Dios. Al estar alejado de su Creador, pero responsable ante él, se convirtió en objeto de la ira divina, siendo depravado internamente y absolutamente incapaz de volver a Dios, sin una obra especial de gracia.
Su depravación es radical y abarca todo su ser. Se extiende a su mente, voluntad y afectos. El hombre no regenerado vive bajo el dominio del pecado y de Satanás. Está en enemistad con Dios, con una actitud hostil hacia Dios y despreciando a Dios. El hombre caído y pecador, no importa cuál sea su carácter o logros, está perdido y sin esperanza. Solo Cristo puede salvarlo. Véase: (Génesis 1:26, 27; 9: 6; Santiago 3: 9; Salmo 8: 3-8; Génesis 2: 8; 3: 1-13; Romanos 5: 12-14; Génesis 3:23, 24; Romanos 5: 6-14; 1 Corintios 15:22; Génesis 6: 5; Salmo 51: 5; 58: 3; Isaías 53: 6; Juan 3: 3, 19, 20; 8:34; 2 Pedro 2:12, 18, 19; 1 Corintios 2:14; Filipenses 3:18, 19; Romanos 3: 9-18; 8: 7; Efesios 2: 1-3, 12; 4: 17-19; Isaías 64: 6)
EL EVANGELIO
Jesucristo es el Evangelio. Las Buenas Nuevas son reveladas en su nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión. La crucifixión de Cristo es el corazón del Evangelio; su resurrección es el poder del Evangelio; y su ascensión es la gloria del Evangelio. La muerte de Cristo es un sacrificio sustitutivo y propiciatorio a Dios por nuestros pecados. Satisface las demandas de la justicia santa de Dios y apacigua su santa ira. También demuestra su misterioso amor y revela su sorprendente gracia.
Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. No hay otro nombre por el que los hombres puedan ser salvos. El centro de toda la sana doctrina es la cruz de Jesucristo y el privilegio infinito que los pecadores redimidos tienen de glorificar a Dios por lo que Él ha logrado. Véase:(Lucas 2:10, 11; 2 Corintios 4: 3-6; 1 Corintios 2: 2; 15: 1-4; Hechos 8: 32-35; Juan 20:30 cf. 17: 2, 3; 1 Timoteo 1: 15; 2:16; Lucas 24: 45-47; Romanos 1: 1-4; 3: 21-26; 5: 15-21; 6: 1-4; Hechos 1: 6-11; 1 Juan 2: 2; 3: 9, 10; Filipenses 2: 5-11; Juan 14: 6; Hechos 4:12; 1 Timoteo 2: 5, 6, 10; Efesios 1: 3-14)
LA RESPUESTA DEL HOMBRE AL EVANGELIO
La respuesta del hombre al evangelio tiene su raíz y está fundamentada en la libre e incondicional elección de Dios por su propio placer y gloria. También es cierto que el mensaje del evangelio es eficaz solo para aquellos que genuinamente se arrepienten de sus pecados, y por la gracia de Dios, ponen su fe salvadora en Cristo. Este evangelio de la gracia debe ser predicado sinceramente a todos los hombres de todas las naciones.
El arrepentimiento bíblico se caracteriza por una vida cambiada, y la fe salvadora se evidencia a través del servicio por el Reino y las buenas obras. Aunque ni el arrepentimiento ni las obras salvan, a menos que una persona está dispuesta a negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Cristo, no puede convertirse en su discípulo. Véase: (Efesios 1: 3-6; Romanos 8: 28-30; 9: 10-24; 2 Tesalonicenses 2:13, 14; 1 Corintios 1:26-29; Lucas 24:46, 47; Hechos 2:38; 3 : 19; 5:31; 16:31; 20:20, 21; 26:17, 18; Romanos 3: 26-28; 4: 4-8; 5:1; Efesios 2:8-10; Mateo 28: 18-20; Hechos 1:8; Gálatas 5:6; Santiago 2:14-26; Lucas 9:23-29)
LA HERENCIA DEL HOMBRE A TRAVÉS DEL EVANGELIO
La salvación, el regalo gratuito de Dios, es provista por gracia solamente, mediante la fe solamente, a causa de Cristo solamente, para la gloria de Dios solamente. Cualquiera que se vuelve de su pecado en arrepentimiento y mira a Cristo y su muerte sustitutiva, recibe el don de la vida eterna y es declarado justo por Dios, como un regalo gratuito. A él se le imputa la justicia de Cristo, justificado y plenamente aceptado por Dios. A través de la expiación de Cristo por el pecado, un individuo es reconciliado con Dios como Padre y se convierte en su hijo. La deuda de su pecado es perdonada y, a través del milagro de la regeneración, el creyente es liberado de la ley del pecado y de la muerte y llevado a la libertad del Espíritu de Dios. Véase: Efesios 2:8, 9; Romanos 3:27, 28; Tito 3:4, 5; Gálatas 3:10-14; Juan 3:13-18; Romanos 4:4; 5:10, 11, 18-21; 6:23; 8: 3, 4; 2 Corintios 5:20, 21; Filipenses 3:8, 9; 1 Corintios 1:30; Efesios 1:5-7; Gálatas 4:4-7; Romanos 8:1-8, 14-17; 1 Juan 1:9; Hebreos 9:14; 10: 12-18; Colosenses 2:13, 14; Juan 3:3-8; Tito 3:5)
SANTIFICACIÓN
El Espíritu Santo es el agente activo en nuestra santificación y busca producir su fruto en nosotros, en la medida en que nuestras mentes son renovadas y somos hechos conforme a la imagen de Cristo. Aunque el pecado que mora en nosotros sigue siendo una realidad, en la medida que somos guiados por el Espíritu, crecemos en el conocimiento del Señor, guardando libremente sus mandamientos y tratando de vivir en el mundo de tal manera que todas las personas puedan ver nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en el cielo.
Todos los creyentes son exhortados a perseverar en la fe, sabiendo que tendrán que dar cuenta a Dios por cada pensamiento, palabra y acción. Las disciplinas espirituales, especialmente el estudio de la Biblia, la oración, la adoración y la confesión, son medios vitales de la gracia con respecto a esto. No obstante, la mayor confianza del creyente para perseverar, está basada en la promesa de Dios de preservar a su pueblo hasta el final, la cual es más que segura. Véase: Romanos 6: 1-14; 8: 1-16; Gálatas 5: 16-25; 1 Pedro 1: 2; Romanos 12: 1, 2; Efesios 4: 20-24; Colosenses 3: 1, 2; Romanos 8 : 29; Efesios 5: 1, 2, 18; 2 Pedro 1: 3-11; 3:18; 1 Juan 5: 3; Filipenses 2:14, 15; Mateo 5:16; 1 Pedro 2:11, 12; Tito 2: 1-14; Mateo 24:13; Hebreos 2: 1; 4:11; Romanos 5: 3; Santiago 1:12; 5:10, 11; Lucas 8:15; Hechos 14:22; 2 Timoteo 3 : 10-15; Filipenses 3: 12-16; Mateo 12: 33-37; 1 Corintios 3: 12-15; 4: 1-5; 2 Corintios 5:10; Hebreos 4:12, 13; Hechos 17:11 ; Salmo 1; 19; Colosenses 3:16; Lucas 18: 1-8; 1 Tesalonicenses 5:17; Efesios 6:18; Mateo 6: 9-13; Hechos 2:46, 47; Efesios 5: 18-20; Colosenses 3:16, 17; Santiago 5:15, 16; Judas 1: 1, 20-24; Juan 10: 27-29; Jeremías 32: 38-41; 1 Pedro 5:10, 11; Hebreos 13:20, 21; Filipenses 2:12, 13; 1 Tesalonicenses 5:23, 24)
EMPODERADOS POR EL ESPÍRITU SANTO
Además de efectuar la regeneración y la santificación, el Espíritu Santo también da poder a los creyentes para el testimonio y el servicio cristiano. Mientras el Espíritu Santo mora en todos los creyentes genuinos desde su conversión, el Nuevo Testamento también indica la importancia de una obra continua y empoderadora del Espíritu Santo después de la conversión. Que el Espíritu Santo more en un creyente y la experiencia de ser llenados del Espíritu son teológicamente dos experiencias distintas. El Espíritu Santo desea llenar cada creyente continuamente con mayor poder para la vida y el testimonio cristiano. Por su parte, los creyentes deben buscar esta llenura como una bendición regular y reconocible para la vida cristiana.
El Espíritu Santo también imparte sus dones sobrenaturales para la edificación del Cuerpo y la obra del ministerio en el mundo. Todos los dones del Espíritu Santo que actuaban en la iglesia del primer siglo están disponibles hoy en día y deben ser ardientemente deseados y practicados, pues son vitales para la misión de la iglesia. Véase: Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Hechos 2:1-14, 38, 39; 4:8, 29-31; 6:3; 9:17; 13: 9; 1 Corintios 12:1-31 ; Efesios 5:18-20; 1 Tesalonicenses 5:19-21; Gálatas 3:4; Efesios 4:3-13; Romanos 12:3-8; 1 Pedro 4:10, 11).
LA IGLESIA
Dios, mediante su Palabra y Espíritu, crea la Iglesia, llamando a hombres pecadores de entre toda la raza humana a la comunión del Cuerpo de Cristo. Por la misma Palabra y el Espíritu, él guía y preserva esa humanidad nueva y redimida. La Iglesia no es una institución religiosa o denominación. Más bien, la Iglesia universal, entiéndase todos los que han sido redimidos y regenerados todo lugar y nación, en el se compone de aquellos que se han convertido en auténticos seguidores de Jesucristo y se han apropiado personalmente del evangelio. La Iglesia existe para adorar y glorificar a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. También existe para servirle haciendo fielmente su voluntad en la tierra. Esto implica un compromisode ver el evangelio predicado e iglesias plantadas en todo el mundo, como un testimonio. La misión final de la Iglesia es hacer discípulos a través de la predicación del evangelio. Cuando Dios transforma la naturaleza humana, esto entonces se convierte en el medio principal para la transformación de la sociedad. Tras la conversión, se añaden hombres y mujeres recién redimidos a una iglesia local en la cual ellos se dedicarán a recibir enseñanza, tener comunión y participar de la Cena del Señor y la oración.
Todos los miembros de la Iglesia universal deben ser parte vital y comprometida de una iglesia local. En este contexto, son llamados a andar bajo el Nuevo Pacto, como pueblo de Dios y demostrar la realidad del reino de Dios. El Cristo ascendido ha dado dones ministeriales a la iglesia (incluyendo apóstoles, profetas, evangelistas,pastores y maestros) para el equipamiento del cuerpo de Cristo, a fin de que madure y crezca. A través de los dones ministeriales, todos los miembros de la Iglesia han de ser alimentados y equipados para la obra del ministerio. En el contexto de la iglesia local, los creyentes reciben cuidado pastoral y guía para sus vidas. También, tienen la oportunidad de emplear sus dones dados por Dios en su servicio en relación el uno con el otro y hacia el mundo.
El pueblo de Dios recibe cuidado pastoral, liderazgo y la oportunidad de utilizar sus dones dados por Dios en el servicio a otros y al mundo. Véase: (Mateo 16:18; 28:19, 20; Hechos 2: 40-47; 13: 1-3; 14:27; 15:41; 1 Corintios 1: 2; Gálatas 1: 2; Colosenses 4:16; 1 Tesalonicenses 1: 1; 1 Corintios 12:12; Efesios 4: 8-13; 2 Timoteo 2: 2; 4: 5; Hebreos 3:12, 13; 10: 23-25; 1 Corintios 14: 31-35; 1 Timoteo 2: 8; Hechos 20: 28-31; 1 Pedro 5: 1-5; Hebreos 13: 7, 17; 1 Tesalonicenses 5: 12-14; 1 Pedro 4:10, 11; Romanos 12: 3-13)
BAUTISMO EN AGUA
El bautismo en agua sólo se diseñó para el individuo que ha recibido los beneficios de la salvación de la obra expiatoria de Cristo y se ha convertido en su discípulo. Por lo tanto, en obediencia al mandato de Cristo y como testimonio hacia Dios, la Iglesia, a sí mismo y al mundo, un creyente debe ser sumergido en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El bautismo en agua es una demostración visual de la unión de una persona con Cristo, en la semejanza de su muerte y resurrección. Esto significa que su antiguo modo de vida ha sido condenado a muerte y vívidamente representa la liberación de una persona del dominio del pecado. Véase: (Mateo 28:19, 20; Hechos 2:38, 41; 8: 35-38; 9: 16-18; 10: 44-48; 22:16; Romanos 6: 1-4)
LA CENA DEL SEÑOR
Al igual que con el bautismo en agua, la Cena del Señor deben participar sólo aquellos que se han convertido en verdaderos seguidores de Cristo. Esta ordenanza simboliza el partimiento del cuerpo de Cristo y el derramamiento de su sangre por nosotros, y debe realizarse en repetidas ocasiones a lo largo de la vida cristiana, como una señal de la continua participación en los beneficios expiatorios de la muerte de Cristo.
Al participar de la Cena del Señor con una actitud de fe y de auto-examen, recordamos y proclamamos la muerte de Cristo, recibimos refrigerioespiritual para nuestras almas y damos testimonio de nuestra unidad con otros miembros del cuerpo de Cristo. Véase: (Mateo 26: 26-29; Marcos 14: 22-25; Lucas 22: 14-20; Hechos 2:42; 1 Corintios 10:16, 17; 11: 17-34)
La Consumación
La consumación de todas las cosas incluye el regreso visible, personal y glorioso de Jesucristo, la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos en Cristo, el juicio de los justos y los injustos y el cumplimiento del reino de Cristo en el cielo nuevo y tierra nueva. En la Consumación, Satanás con sus huestes y todos los que están fuera de Cristo, son finalmente separados de la presencia de Dios, soportando el castigo eterno. Pero los justos, en cuerpos gloriosos, vivirán y reinarán con Él para siempre.
Casada con Cristo como su Esposa, la Iglesia estará en la presencia de Dios para siempre, sirviéndole y dándole alabanza y gloria sin fin. Entonces la expectativa de toda la creación será cumplida y toda la tierra proclamará la gloria de Dios que hace nuevas todas las cosas. Véase: (Mateo 24: 29-31; Juan 5:28, 29; 14: 1-3; Hechos 1:11; Romanos 8: 18-25; 13:11, 12; 1 Corintios 15: 20-58; 2 Corintios 4:16-5: 10; Filipenses 3:20, 21; 1 Tesalonicenses 4:13-5: 11; 2 Tesalonicenses 1:5-12; 5:23; Tito 2:13; 1 Pedro 1: 3-9; 2 Pedro 3: 8-13; 1 Juan 3:2, 3; Judas 1:24, 25; Efesios 5:25-27; Apocalipsis 1:7; 5: 9, 10; 20-22)
Nosotros aceptamos la Biblia, incluidos los 39 libros del Antiguo Testamento y los 27 libros del Nuevo Testamento, como la Palabra escrita de Dios. La Biblia es el único registro esencial e infalible de la auto-revelación de Dios a la humanidad. Nos guía a la salvación mediante la fe en Jesucristo. Habiendo sido dadas por Dios, las Escrituras son verbal y completamente inspiradas por El. Por lo tanto, tal como fue dada originalmente, la Biblia está libre de error en todo lo que enseña. Cada libro debe ser interpretado de acuerdo a su contexto y propósito, en reverente obediencia al Señor que habla a través de ella con poder vivificante.
Todos los creyentes son exhortados a estudiar las Escrituras y aplicarlas diligentemente a sus vidas. Las Escrituras son la guía y regla autoritativa y normativa para toda la vida, práctica y doctrina cristiana. Son totalmente suficientes y no se le puede añadir, sustituir o cambiar por nuevas tradiciones, revelación extra-bíblica o sabiduría del mundo. Cada formulación doctrinal, ya sea que proviene de un credo, confesión o teología, debe ser probada con el completo consejo de Dios contenido en la Sagradas Escrituras, la biblia. Véase: (2 Timoteo 3: 14-17; 2 Pedro 1: 19-21; Mateo 5:17, 18; Juan 10:34, 35; 1 Corintios 14:37; Salmo 1: 2; 19: 7-11; Hechos 17: 11; Santiago 1: 18-25; 2 Timoteo 2:15; 2 Pedro 3: 14-17; Gálatas 1: 8, 9
DIOS ES TRIUNO
Hay un solo Dios: infinito, eterno, todopoderoso, y perfecto en santidad, verdad y amor. En la unidad de la divinidad hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; coexistentes, co-iguales, co-eternas. Véase: (Deuteronomio 6: 4; 1 Corintios 8: 4-6; 1 Timoteo 1:17; 6:15, 16; Daniel 4:34, 35; Isaías 44: 6, 8; 45: 5, 21; Mateo 28:19; 1 Corintios 12: 4-6; 2 Corintios 13:14; Efesios 4: 4-6; Juan 1: 1, 14; Hechos 5: 3, 4; Tito 1:13; Hebreos 1: 8-12)
DIOS EL PADRE
Dios el Padre es el Creador del cielo y de la tierra. Por su palabra y para su gloria, Él libre y sobrenaturalmente, creó el mundo de la nada. A través de la misma Palabra, El sostiene diariamente todas sus criaturas. Él reina sobre todo y es el único Soberano. Sus planes y propósitos no pueden ser impedidos.
Él es fiel a todas sus promesas. Obra de modo que todas las cosas sean para bien de aquellos que lo aman y en su gracia inescrutable dio a su Hijo Jesucristo para la redención de la humanidad. Él hizo al hombre para que tenga comunión con él y se propuso que toda la creación viva para la alabanza de su gloria. Véase: (Génesis 1: 1-31; Salmo 104: 1-35; Hebreos 11: 3; Isaías 40:26; Daniel 4:34, 35; Salmo 115: 3; Efesios 1:11; Romanos 4:20, 21; Tito 1: 2; Hebreos 6:17, 18; 10:23; 2 Corintios 1: 20-22; 2 Pedro 1: 3, 4; Romanos 8:28; Santiago 1:17; Génesis 2: 8; 1 Juan 1: 2, 3; Juan 17: 3; Apocalipsis 4:10, 11; Isaías 43: 7)
JESUCRISTO
Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, fue la Palabra eterna hecha carne, concebido de manera sobrenatural por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María. Él era perfecto en naturaleza, enseñanza y obediencia. Él es completamente Dios y completamente hombre. Él siempre estaba con Dios y es Dios. A través de Él todas las cosas fueron hechas y fueron creadas. Él era antes de todas las cosas y en él todas las cosas subsisten por el poder de su palabra. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación y en él habita la plenitud de la deidad corporalmente. Él es el único Salvador de los pecados del mundo después de haber derramado su sangre y haber experimentado una muerte vicaria en la cruz del Calvario.
Por su muerte en nuestro lugar reveló el amor divino y confirmó la justicia divina, la eliminación de nuestra culpa y reconciliación con Dios. Habiéndonos redimido del pecado, al tercer día resucitó corporalmente de la tumba, victorioso sobre la muerte y los poderes de las tinieblas, y por un período de cuarenta días se apareció a más de quinientos testigos realizando muchas pruebas convincentes de su resurrección. Subió a los cielos, donde, a la diestra de Dios, intercede por su pueblo y es el Señor de todos. Él es la Cabeza de su cuerpo, que es la Iglesia, y debe ser adorado, amado, servido y obedecido por todos. Véase: (Juan 1: 1, 2, 14-18; Mateo 1:20; Lucas 1:34, 35; Hebreos 4:15; 7:26; Hebreos 1: 2, 3, 8-12; Colosenses 1: 15-19; 2: 9; 1 Juan 2:2; 4:14; Juan 3:16; Isaías 53: 3-6; Mateo 20:28; 1 edro 4:18; Romanos 3: 23-26; Hebreos 07:26, 27; 10: 5-12; Mateo 28: 1-6; Marcos 16: 1-8; Lucas 24: 1-12; Juan 20:1-29; Hechos 1:3, 8-11; 2 Timoteo 2:8 ; 1 Corintios 15:1-11; Hebreos 2:14, 15; Apocalipsis 1:17, 18; Romanos 5: 6-11; Romanos 8:34; Hebreos 7: 23-25; Efesios 1: 19-23; Colosenses 1: 15-20; Apocalipsis 5:1-14; 1 Corintios 1:22; Juan 14:21, 23, 24)
EL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo, Señor y dador de vida, convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. A través de la proclamación del evangelio, Él persuade a los hombres a arrepentirse de sus pecados y confesar a Jesús como Señor. Por el mismo Espíritu, una persona es llevada a confiar en la misericordia divina. El Espíritu Santo une a los creyentes con Jesucristo en la fe, produce el nuevo nacimiento y habita en los regenerados.
El Espíritu Santo ha venido para glorificar al Hijo, que a su vez vino a glorificar al Padre. Él guiará a la Iglesia a un entendimiento correcto y a la rica aplicación de la verdad de la Palabra de Dios. Él debe ser respetado, honrado y adorado como Dios y la tercera persona de la Trinidad. Véase: (Génesis 1:2; Romanos 1:3; 8:2,6; Juan 16: 7-11; 1 Corintios 2: 8-13; 12: 3; Efesios 3: 16-19; Juan 3: 5-8; Tito 3:5; 1 Pedro 1:2; Juan 16:13-15; 14:17, 25, 26; Hechos 5:3, 4; 2 Corintios 13:14; Mateo 28:19; Gálatas 5:16-25; Efesios 1:13, 14)
EL HOMBRE
Dios creó al hombre (varón y hembra) a su propia imagen, como la corona de la creación, para que el hombre pudiera tener comunión con él. Tentado por Satanás, el hombre se rebeló contra Dios. Al estar alejado de su Creador, pero responsable ante él, se convirtió en objeto de la ira divina, siendo depravado internamente y absolutamente incapaz de volver a Dios, sin una obra especial de gracia.
Su depravación es radical y abarca todo su ser. Se extiende a su mente, voluntad y afectos. El hombre no regenerado vive bajo el dominio del pecado y de Satanás. Está en enemistad con Dios, con una actitud hostil hacia Dios y despreciando a Dios. El hombre caído y pecador, no importa cuál sea su carácter o logros, está perdido y sin esperanza. Solo Cristo puede salvarlo. Véase: (Génesis 1:26, 27; 9: 6; Santiago 3: 9; Salmo 8: 3-8; Génesis 2: 8; 3: 1-13; Romanos 5: 12-14; Génesis 3:23, 24; Romanos 5: 6-14; 1 Corintios 15:22; Génesis 6: 5; Salmo 51: 5; 58: 3; Isaías 53: 6; Juan 3: 3, 19, 20; 8:34; 2 Pedro 2:12, 18, 19; 1 Corintios 2:14; Filipenses 3:18, 19; Romanos 3: 9-18; 8: 7; Efesios 2: 1-3, 12; 4: 17-19; Isaías 64: 6)
EL EVANGELIO
Jesucristo es el Evangelio. Las Buenas Nuevas son reveladas en su nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión. La crucifixión de Cristo es el corazón del Evangelio; su resurrección es el poder del Evangelio; y su ascensión es la gloria del Evangelio. La muerte de Cristo es un sacrificio sustitutivo y propiciatorio a Dios por nuestros pecados. Satisface las demandas de la justicia santa de Dios y apacigua su santa ira. También demuestra su misterioso amor y revela su sorprendente gracia.
Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. No hay otro nombre por el que los hombres puedan ser salvos. El centro de toda la sana doctrina es la cruz de Jesucristo y el privilegio infinito que los pecadores redimidos tienen de glorificar a Dios por lo que Él ha logrado. Véase:(Lucas 2:10, 11; 2 Corintios 4: 3-6; 1 Corintios 2: 2; 15: 1-4; Hechos 8: 32-35; Juan 20:30 cf. 17: 2, 3; 1 Timoteo 1: 15; 2:16; Lucas 24: 45-47; Romanos 1: 1-4; 3: 21-26; 5: 15-21; 6: 1-4; Hechos 1: 6-11; 1 Juan 2: 2; 3: 9, 10; Filipenses 2: 5-11; Juan 14: 6; Hechos 4:12; 1 Timoteo 2: 5, 6, 10; Efesios 1: 3-14)
LA RESPUESTA DEL HOMBRE AL EVANGELIO
La respuesta del hombre al evangelio tiene su raíz y está fundamentada en la libre e incondicional elección de Dios por su propio placer y gloria. También es cierto que el mensaje del evangelio es eficaz solo para aquellos que genuinamente se arrepienten de sus pecados, y por la gracia de Dios, ponen su fe salvadora en Cristo. Este evangelio de la gracia debe ser predicado sinceramente a todos los hombres de todas las naciones.
El arrepentimiento bíblico se caracteriza por una vida cambiada, y la fe salvadora se evidencia a través del servicio por el Reino y las buenas obras. Aunque ni el arrepentimiento ni las obras salvan, a menos que una persona está dispuesta a negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Cristo, no puede convertirse en su discípulo. Véase: (Efesios 1: 3-6; Romanos 8: 28-30; 9: 10-24; 2 Tesalonicenses 2:13, 14; 1 Corintios 1:26-29; Lucas 24:46, 47; Hechos 2:38; 3 : 19; 5:31; 16:31; 20:20, 21; 26:17, 18; Romanos 3: 26-28; 4: 4-8; 5:1; Efesios 2:8-10; Mateo 28: 18-20; Hechos 1:8; Gálatas 5:6; Santiago 2:14-26; Lucas 9:23-29)
LA HERENCIA DEL HOMBRE A TRAVÉS DEL EVANGELIO
La salvación, el regalo gratuito de Dios, es provista por gracia solamente, mediante la fe solamente, a causa de Cristo solamente, para la gloria de Dios solamente. Cualquiera que se vuelve de su pecado en arrepentimiento y mira a Cristo y su muerte sustitutiva, recibe el don de la vida eterna y es declarado justo por Dios, como un regalo gratuito. A él se le imputa la justicia de Cristo, justificado y plenamente aceptado por Dios. A través de la expiación de Cristo por el pecado, un individuo es reconciliado con Dios como Padre y se convierte en su hijo. La deuda de su pecado es perdonada y, a través del milagro de la regeneración, el creyente es liberado de la ley del pecado y de la muerte y llevado a la libertad del Espíritu de Dios. Véase: Efesios 2:8, 9; Romanos 3:27, 28; Tito 3:4, 5; Gálatas 3:10-14; Juan 3:13-18; Romanos 4:4; 5:10, 11, 18-21; 6:23; 8: 3, 4; 2 Corintios 5:20, 21; Filipenses 3:8, 9; 1 Corintios 1:30; Efesios 1:5-7; Gálatas 4:4-7; Romanos 8:1-8, 14-17; 1 Juan 1:9; Hebreos 9:14; 10: 12-18; Colosenses 2:13, 14; Juan 3:3-8; Tito 3:5)
SANTIFICACIÓN
El Espíritu Santo es el agente activo en nuestra santificación y busca producir su fruto en nosotros, en la medida en que nuestras mentes son renovadas y somos hechos conforme a la imagen de Cristo. Aunque el pecado que mora en nosotros sigue siendo una realidad, en la medida que somos guiados por el Espíritu, crecemos en el conocimiento del Señor, guardando libremente sus mandamientos y tratando de vivir en el mundo de tal manera que todas las personas puedan ver nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en el cielo.
Todos los creyentes son exhortados a perseverar en la fe, sabiendo que tendrán que dar cuenta a Dios por cada pensamiento, palabra y acción. Las disciplinas espirituales, especialmente el estudio de la Biblia, la oración, la adoración y la confesión, son medios vitales de la gracia con respecto a esto. No obstante, la mayor confianza del creyente para perseverar, está basada en la promesa de Dios de preservar a su pueblo hasta el final, la cual es más que segura. Véase: Romanos 6: 1-14; 8: 1-16; Gálatas 5: 16-25; 1 Pedro 1: 2; Romanos 12: 1, 2; Efesios 4: 20-24; Colosenses 3: 1, 2; Romanos 8 : 29; Efesios 5: 1, 2, 18; 2 Pedro 1: 3-11; 3:18; 1 Juan 5: 3; Filipenses 2:14, 15; Mateo 5:16; 1 Pedro 2:11, 12; Tito 2: 1-14; Mateo 24:13; Hebreos 2: 1; 4:11; Romanos 5: 3; Santiago 1:12; 5:10, 11; Lucas 8:15; Hechos 14:22; 2 Timoteo 3 : 10-15; Filipenses 3: 12-16; Mateo 12: 33-37; 1 Corintios 3: 12-15; 4: 1-5; 2 Corintios 5:10; Hebreos 4:12, 13; Hechos 17:11 ; Salmo 1; 19; Colosenses 3:16; Lucas 18: 1-8; 1 Tesalonicenses 5:17; Efesios 6:18; Mateo 6: 9-13; Hechos 2:46, 47; Efesios 5: 18-20; Colosenses 3:16, 17; Santiago 5:15, 16; Judas 1: 1, 20-24; Juan 10: 27-29; Jeremías 32: 38-41; 1 Pedro 5:10, 11; Hebreos 13:20, 21; Filipenses 2:12, 13; 1 Tesalonicenses 5:23, 24)
EMPODERADOS POR EL ESPÍRITU SANTO
Además de efectuar la regeneración y la santificación, el Espíritu Santo también da poder a los creyentes para el testimonio y el servicio cristiano. Mientras el Espíritu Santo mora en todos los creyentes genuinos desde su conversión, el Nuevo Testamento también indica la importancia de una obra continua y empoderadora del Espíritu Santo después de la conversión. Que el Espíritu Santo more en un creyente y la experiencia de ser llenados del Espíritu son teológicamente dos experiencias distintas. El Espíritu Santo desea llenar cada creyente continuamente con mayor poder para la vida y el testimonio cristiano. Por su parte, los creyentes deben buscar esta llenura como una bendición regular y reconocible para la vida cristiana.
El Espíritu Santo también imparte sus dones sobrenaturales para la edificación del Cuerpo y la obra del ministerio en el mundo. Todos los dones del Espíritu Santo que actuaban en la iglesia del primer siglo están disponibles hoy en día y deben ser ardientemente deseados y practicados, pues son vitales para la misión de la iglesia. Véase: Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Hechos 2:1-14, 38, 39; 4:8, 29-31; 6:3; 9:17; 13: 9; 1 Corintios 12:1-31 ; Efesios 5:18-20; 1 Tesalonicenses 5:19-21; Gálatas 3:4; Efesios 4:3-13; Romanos 12:3-8; 1 Pedro 4:10, 11).
LA IGLESIA
Dios, mediante su Palabra y Espíritu, crea la Iglesia, llamando a hombres pecadores de entre toda la raza humana a la comunión del Cuerpo de Cristo. Por la misma Palabra y el Espíritu, él guía y preserva esa humanidad nueva y redimida. La Iglesia no es una institución religiosa o denominación. Más bien, la Iglesia universal, entiéndase todos los que han sido redimidos y regenerados todo lugar y nación, en el se compone de aquellos que se han convertido en auténticos seguidores de Jesucristo y se han apropiado personalmente del evangelio. La Iglesia existe para adorar y glorificar a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. También existe para servirle haciendo fielmente su voluntad en la tierra. Esto implica un compromisode ver el evangelio predicado e iglesias plantadas en todo el mundo, como un testimonio. La misión final de la Iglesia es hacer discípulos a través de la predicación del evangelio. Cuando Dios transforma la naturaleza humana, esto entonces se convierte en el medio principal para la transformación de la sociedad. Tras la conversión, se añaden hombres y mujeres recién redimidos a una iglesia local en la cual ellos se dedicarán a recibir enseñanza, tener comunión y participar de la Cena del Señor y la oración.
Todos los miembros de la Iglesia universal deben ser parte vital y comprometida de una iglesia local. En este contexto, son llamados a andar bajo el Nuevo Pacto, como pueblo de Dios y demostrar la realidad del reino de Dios. El Cristo ascendido ha dado dones ministeriales a la iglesia (incluyendo apóstoles, profetas, evangelistas,pastores y maestros) para el equipamiento del cuerpo de Cristo, a fin de que madure y crezca. A través de los dones ministeriales, todos los miembros de la Iglesia han de ser alimentados y equipados para la obra del ministerio. En el contexto de la iglesia local, los creyentes reciben cuidado pastoral y guía para sus vidas. También, tienen la oportunidad de emplear sus dones dados por Dios en su servicio en relación el uno con el otro y hacia el mundo.
El pueblo de Dios recibe cuidado pastoral, liderazgo y la oportunidad de utilizar sus dones dados por Dios en el servicio a otros y al mundo. Véase: (Mateo 16:18; 28:19, 20; Hechos 2: 40-47; 13: 1-3; 14:27; 15:41; 1 Corintios 1: 2; Gálatas 1: 2; Colosenses 4:16; 1 Tesalonicenses 1: 1; 1 Corintios 12:12; Efesios 4: 8-13; 2 Timoteo 2: 2; 4: 5; Hebreos 3:12, 13; 10: 23-25; 1 Corintios 14: 31-35; 1 Timoteo 2: 8; Hechos 20: 28-31; 1 Pedro 5: 1-5; Hebreos 13: 7, 17; 1 Tesalonicenses 5: 12-14; 1 Pedro 4:10, 11; Romanos 12: 3-13)
BAUTISMO EN AGUA
El bautismo en agua sólo se diseñó para el individuo que ha recibido los beneficios de la salvación de la obra expiatoria de Cristo y se ha convertido en su discípulo. Por lo tanto, en obediencia al mandato de Cristo y como testimonio hacia Dios, la Iglesia, a sí mismo y al mundo, un creyente debe ser sumergido en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El bautismo en agua es una demostración visual de la unión de una persona con Cristo, en la semejanza de su muerte y resurrección. Esto significa que su antiguo modo de vida ha sido condenado a muerte y vívidamente representa la liberación de una persona del dominio del pecado. Véase: (Mateo 28:19, 20; Hechos 2:38, 41; 8: 35-38; 9: 16-18; 10: 44-48; 22:16; Romanos 6: 1-4)
LA CENA DEL SEÑOR
Al igual que con el bautismo en agua, la Cena del Señor deben participar sólo aquellos que se han convertido en verdaderos seguidores de Cristo. Esta ordenanza simboliza el partimiento del cuerpo de Cristo y el derramamiento de su sangre por nosotros, y debe realizarse en repetidas ocasiones a lo largo de la vida cristiana, como una señal de la continua participación en los beneficios expiatorios de la muerte de Cristo.
Al participar de la Cena del Señor con una actitud de fe y de auto-examen, recordamos y proclamamos la muerte de Cristo, recibimos refrigerioespiritual para nuestras almas y damos testimonio de nuestra unidad con otros miembros del cuerpo de Cristo. Véase: (Mateo 26: 26-29; Marcos 14: 22-25; Lucas 22: 14-20; Hechos 2:42; 1 Corintios 10:16, 17; 11: 17-34)
La Consumación
La consumación de todas las cosas incluye el regreso visible, personal y glorioso de Jesucristo, la resurrección de los muertos y la transformación de los vivos en Cristo, el juicio de los justos y los injustos y el cumplimiento del reino de Cristo en el cielo nuevo y tierra nueva. En la Consumación, Satanás con sus huestes y todos los que están fuera de Cristo, son finalmente separados de la presencia de Dios, soportando el castigo eterno. Pero los justos, en cuerpos gloriosos, vivirán y reinarán con Él para siempre.
Casada con Cristo como su Esposa, la Iglesia estará en la presencia de Dios para siempre, sirviéndole y dándole alabanza y gloria sin fin. Entonces la expectativa de toda la creación será cumplida y toda la tierra proclamará la gloria de Dios que hace nuevas todas las cosas. Véase: (Mateo 24: 29-31; Juan 5:28, 29; 14: 1-3; Hechos 1:11; Romanos 8: 18-25; 13:11, 12; 1 Corintios 15: 20-58; 2 Corintios 4:16-5: 10; Filipenses 3:20, 21; 1 Tesalonicenses 4:13-5: 11; 2 Tesalonicenses 1:5-12; 5:23; Tito 2:13; 1 Pedro 1: 3-9; 2 Pedro 3: 8-13; 1 Juan 3:2, 3; Judas 1:24, 25; Efesios 5:25-27; Apocalipsis 1:7; 5: 9, 10; 20-22)
THE SCRIPTURES
We accept the Bible, including the 39 books of the Old Testament and the 27 books of the New Testament, as the written Word of God. The Bible is the only essential and infallible record of God's self-revelation to humanity. It guides us to salvation through faith in Jesus Christ. Having been given by God, the Scriptures are verbally and completely inspired by Him. Therefore, as originally given, the Bible is free from error in everything it teaches. Each book must be interpreted according to its context and purpose, in reverent obedience to the Lord who speaks through it with life-giving power.
All believers are encouraged to study the Scriptures and apply them diligently to their lives. The Scriptures are the authoritative and normative guide and rule for all Christian life, practice, and doctrine. They are completely sufficient and cannot be added to, replaced or changed by new traditions, extra-biblical revelation or worldly wisdom. Every doctrinal formulation, whether it comes from a creed, confession or theology, must be tested with the complete counsel of God contained in the Holy Scriptures, the Bible. See: (2 Timothy 3:14-17; 2 Peter 1:19-21; Matthew 5:17, 18; John 10:34, 35; 1 Corinthians 14:37; Psalm 1:2; 19:7-11; Acts 17:11; James 1:18-25; 2 Timothy 2:15; 2 Peter 3:14-17; Galatians 1:8, 9
GOD IS TRIUNE
There is only one God: infinite, eternal, almighty, and perfect in holiness, truth and love. In the unity of divinity there are three persons: Father, Son and Holy Spirit; coexisting, co-equal, co-eternal. See: (Deuteronomy 6:4; 1 Corinthians 8:4-6; 1 Timothy 1:17; 6:15, 16; Daniel 4:34, 35; Isaiah 44:6, 8; 45:5, 21; Matthew 28 :19; 1 Corinthians 12: 4-6; 2 Corinthians 13:14; Ephesians 4: 4-6; John 1: 1, 14; Acts 5: 3, 4; Titus 1:13; Hebrews 1: 8-12)
GOD THE FATHER
God the Father is the Creator of heaven and earth. By his word and for his glory, He freely and supernaturally created the world from nothing. Through the same Word, He daily sustains all of His creatures. He reigns over all and is the only Sovereign. His plans and purposes cannot be prevented.
He is faithful to all his promises. He works so that all things work for the good of those who love him and in his inscrutable grace he gave his Son Jesus Christ for the redemption of humanity. He made man to have fellowship with him and intended that all creation should live to the praise of his glory. See: (Genesis 1:1-31; Psalm 104:1-35; Hebrews 11:3; Isaiah 40:26; Daniel 4:34, 35; Psalm 115:3; Ephesians 1:11; Romans 4:20, 21 ; Titus 1:2; Hebrews 6:17, 18; 10:23; 2 Corinthians 1:20-22; 2 Peter 1:3, 4; Romans 8:28; James 1:17; Genesis 2:8; 1 John 1:2, 3; John 17:3; Revelation 4:10, 11; Isaiah 43:7)
JESUSCHRIST
Jesus Christ, the only begotten Son of God, was the eternal Word made flesh, supernaturally conceived by the Holy Spirit, born of the Virgin Mary. He was perfect in nature, teaching and obedience. He is fully God and fully man. He was always with God and is God. Through Him all things were made and were created. He was before all things and in him all things subsist by the power of his word. He is the image of the invisible God, the firstborn of all creation, and in him dwells the fullness of deity bodily. He is the only Savior from the sins of the world after having shed his blood and having experienced a vicarious death on the cross of Calvary.
By his death in our place he revealed divine love and confirmed divine justice, the removal of our guilt and reconciliation with God. Having redeemed us from sin, on the third day he rose bodily from the grave, victorious over death and the powers of darkness, and over a period of forty days he appeared to more than five hundred witnesses making many convincing proofs of his resurrection. He ascended into heaven, where, at the right hand of God, he intercedes for his people and is Lord of all. He is the Head of his body, which is the Church, and must be worshiped, loved, served and obeyed by all. See: (John 1:1, 2, 14-18; Matthew 1:20; Luke 1:34, 35; Hebrews 4:15; 7:26; Hebrews 1:2, 3, 8-12; Colossians 1:15 -19; 2:9; 1 John 2:2; 4:14; John 3:16; Isaiah 53: 3-6; Matthew 20:28; 1 Hedron 4:18; Romans 3: 23-26; Hebrews 07: 26, 27; 10:5-12; Matthew 28:1-6; Mark 16:1-8; Luke 24:1-12; John 20:1-29; Acts 1:3, 8-11; 2 Timothy 2 :8; 1 Corinthians 15:1-11; Hebrews 2:14, 15; Revelation 1:17, 18; Romans 5: 6-11; Romans 8:34; Hebrews 7: 23-25; Ephesians 1: 19-23 ; Colossians 1:15-20; Revelation 5:1-14; 1 Corinthians 1:22; John 14:21, 23, 24)
THE HOLY SPIRIT
The Holy Spirit, Lord and giver of life, convicts the world of sin, justice and judgment. Through the proclamation of the gospel, He persuades men to repent of their sins and confess Jesus as Lord. By the same Spirit, a person is led to trust in divine mercy. The Holy Spirit unites believers with Jesus Christ in faith, produces the new birth, and indwells the regenerate.
The Holy Spirit has come to glorify the Son, who in turn came to glorify the Father. He will guide the Church to a correct understanding and rich application of the truth of God's Word. He is to be respected, honored and worshiped as God and the third person of the Trinity. See: (Genesis 1:2; Romans 1:3; 8:2,6; John 16: 7-11; 1 Corinthians 2: 8-13; 12: 3; Ephesians 3: 16-19; John 3: 5- 8; Titus 3:5; 1 Peter 1:2; John 16:13-15; 14:17, 25, 26; Acts 5:3, 4; 2 Corinthians 13:14; Matthew 28:19; Galatians 5:16 -25; Ephesians 1:13, 14)
THE MAN
God created man (male and female) in his own image, as the crown of creation, so that man could have fellowship with him. Tempted by Satan, man rebelled against God. Being estranged from the Creator of him, but answerable to Him, he became an object of divine wrath, being inwardly depraved and absolutely unable to return to God, without a special work of grace.
His depravity is radical and encompasses his entire being. It extends to his mind, will and affections. Unregenerate man lives under the dominion of sin and Satan. He is at enmity with God, with a hostile attitude towards God and despising God. Fallen and sinful man, no matter what his character or achievements, is lost and hopeless. Only Christ can save him. See: (Genesis 1:26, 27; 9:6; James 3:9; Psalm 8:3-8; Genesis 2:8; 3:1-13; Romans 5:12-14; Genesis 3:23, 24 ; Romans 5:6-14; 1 Corinthians 15:22; Genesis 6:5; Psalm 51:5; 58:3; Isaiah 53:6; John 3:3, 19, 20; 8:34; 2 Peter 2: 12, 18, 19; 1 Corinthians 2:14; Philippians 3:18, 19; Romans 3: 9-18; 8: 7; Ephesians 2: 1-3, 12; 4: 17-19; Isaiah 64: 6)
THE GOSPEL
Jesus Christ is the Gospel. The Good News is revealed in his birth, life, death, resurrection and ascension. The crucifixion of Christ is the heart of the Gospel; His resurrection is the power of the Gospel; and his ascension is the glory of the Gospel. The death of Christ is a substitutionary and propitiatory sacrifice to God for our sins. It meets the demands of God's holy justice and appeases his holy wrath. It also demonstrates the mysterious love of him and reveals the surprising grace of him.
Jesus Christ is the only mediator between God and man. There is no other name by which men can be saved. The center of all sound doctrine is the cross of Jesus Christ and the infinite privilege that redeemed sinners have to glorify God for what He has accomplished. See: (Luke 2:10, 11; 2 Corinthians 4: 3-6; 1 Corinthians 2: 2; 15: 1-4; Acts 8: 32-35; John 20:30 cf. 17: 2, 3; 1 Timothy 1:15; 2:16; Luke 24:45-47; Romans 1:1-4; 3:21-26; 5:15-21; 6:1-4; Acts 1:6-11; 1 John 2:2; 3:9, 10; Philippians 2:5-11; John 14:6; Acts 4:12; 1 Timothy 2:5, 6, 10; Ephesians 1:3-14)
MAN'S RESPONSE TO THE GOSPEL
Man's response to the gospel is rooted and founded in God's free and unconditional election for his own pleasure and glory. It is also true that the gospel message is effective only for those who genuinely repent of their sins, and by the grace of God, place their saving faith in Christ. This gospel of grace must be sincerely preached to all men of all nations.
Biblical repentance is characterized by a changed life, and saving faith is evidenced through Kingdom service and good works. Although neither repentance nor works save, unless a person is willing to deny himself, take up his cross and follow Christ, he cannot become his disciple. See: (Ephesians 1:3-6; Romans 8:28-30; 9:10-24; 2 Thessalonians 2:13, 14; 1 Corinthians 1:26-29; Luke 24:46, 47; Acts 2:38 ; 3:19; 5:31; 16:31; 20:20, 21; 26:17, 18; Romans 3: 26-28; 4: 4-8; 5:1; Ephesians 2:8-10; Matthew 28:18-20; Acts 1:8; Galatians 5:6; James 2:14-26; Luke 9:23-29)
MAN'S HERITAGE THROUGH THE GOSPEL
Salvation, the free gift of God, is provided by grace alone, through faith alone, because of Christ alone, for the glory of God alone. Anyone who turns from his sin in repentance and looks to Christ and his substitutionary death receives the gift of eternal life and is declared righteous by God, as a free gift. To him is imputed the righteousness of Christ, justified and fully accepted by God. Through Christ's atonement for sin, an individual is reconciled to God as Father and becomes his child. His sin debt is forgiven and, through the miracle of regeneration, the believer is freed from the law of sin and death and brought into the freedom of the Spirit of God. See: Ephesians 2:8, 9; Romans 3:27, 28; Titus 3:4, 5; Galatians 3:10-14; John 3:13-18; Romans 4:4; 5:10, 11, 18-21; 6:23; 8:3, 4; 2 Corinthians 5:20, 21; Philippians 3:8, 9; 1 Corinthians 1:30; Ephesians 1:5-7; Galatians 4:4-7; Romans 8:1-8, 14-17; 1 John 1:9; Hebrews 9:14; 10:12-18; Colossians 2:13, 14; John 3:3-8; Titus 3:5)
SANCTIFICATION
The Holy Spirit is the active agent in our sanctification and seeks to produce His fruit in us as our minds are renewed and we are conformed to the image of Christ. Although indwelling sin remains a reality, as we are led by the Spirit, we grow in the knowledge of the Lord, freely keeping his commandments and seeking to live in the world in such a way that all people can see our sins. good works and glorify our Father who is in heaven.
All believers are exhorted to persevere in faith, knowing that they will have to give an account to God for every thought, word and action. The spiritual disciplines, especially Bible study, prayer, worship, and confession, are vital means of grace in this regard. However, the believer's greatest confidence to persevere is based on God's promise to preserve his people until the end, which is more than certain. See: Romans 6:1-14; 8:1-16; Galatians 5: 16-25; 1 Peter 1:2; Romans 12: 1, 2; Ephesians 4:20-24; Colossians 3:1, 2; Romans 8:29; Ephesians 5: 1, 2, 18; 2 Peter 1:3-11; 3:18; 1 John 5:3; Philippians 2:14, 15; Matthew 5:16; 1 Peter 2:11, 12; Titus 2:1-14; Matthew 24:13; Hebrews 2:1; 4:11; Romans 5:3; James 1:12; 5:10, 11; Luke 8:15; Acts 14:22; 2 Timothy 3: 10-15; Philippians 3:12-16; Matthew 12:33-37; 1 Corinthians 3:12-15; 4:1-5; 2 Corinthians 5:10; Hebrews 4:12, 13; Acts 17:11; Psalm 1; 19; Colossians 3:16; Luke 18:1-8; 1 Thessalonians 5:17; Ephesians 6:18; Matthew 6:9-13; Acts 2:46, 47; Ephesians 5:18-20; Colossians 3:16, 17; James 5:15, 16; Jude 1: 1, 20-24; John 10:27-29; Jeremiah 32:38-41; 1 Peter 5:10, 11; Hebrews 13:20, 21; Philippians 2:12, 13; 1 Thessalonians 5:23, 24)
EMPOWERED BY THE HOLY SPIRIT
In addition to effecting regeneration and sanctification, the Holy Spirit also empowers believers for Christian witness and service. While the Holy Spirit indwells all genuine believers since his conversion, the New Testament also indicates the importance of a continuing and empowering work of the Holy Spirit after conversion. The indwelling of the Holy Spirit in a believer and the experience of being filled with the Spirit are theologically two distinct experiences. The Holy Spirit desires to continually fill each believer with greater power for Christian life and witness. For their part, believers should seek this fullness as a regular and recognizable blessing to the Christian life.
The Holy Spirit also imparts his supernatural gifts for the edification of the Body and the work of ministry in the world. All of the gifts of the Holy Spirit that were at work in the first century church are available today and must be ardently desired and practiced, as they are vital to the mission of the church. See: Romans 8:9; 1 Corinthians 12:13; Acts 2:1-14, 38, 39; 4:8, 29-31; 6:3; 9:17; 13:9; 1 Corinthians 12:1-31; Ephesians 5:18-20; 1 Thessalonians 5:19-21; Galatians 3:4; Ephesians 4:3-13; Romans 12:3-8; 1 Peter 4:10, 11).
THE CHURCH
God, through his Word and Spirit, creates the Church, calling sinful men from among the entire human race to the communion of the Body of Christ. By the same Word and the Spirit, he guides and preserves that new and redeemed humanity. The Church is not a religious institution or denomination. Rather, the universal Church, meaning all those who have been redeemed and regenerated in every place and nation, is composed of those who have become authentic followers of Jesus Christ and have personally appropriated the gospel. The Church exists to worship and glorify God as Father, Son and Holy Spirit. She also exists to serve him by faithfully doing his will on earth. This involves a commitment to see the gospel preached and churches planted throughout the world, as a testimony. The ultimate mission of the Church is to make disciples through the preaching of the gospel. When God transforms human nature, this then becomes the primary means for the transformation of society. Upon conversion, newly redeemed men and women are added to a local church in which they will dedicate themselves to receiving teaching, fellowshipping, and participating in the Lord's Supper and prayer.
All members of the universal Church must be a vital and committed part of a local church. In this context, they are called to walk under the New Covenant, as people of God and demonstrate the reality of the kingdom of God. The ascended Christ has given ministerial gifts to the church (including apostles, prophets, evangelists, pastors, and teachers) for the equipping of the body of Christ so that it may mature and grow. Through ministerial gifts, all members of the Church are to be nourished and equipped for the work of ministry. In the context of the local church, believers receive pastoral care and guidance for their lives. Also, they have the opportunity to employ their God-given gifts in their service in relationship to each other and to the world.
God's people receive pastoral care, leadership, and the opportunity to use their God-given gifts in service to others and the world. See: (Matthew 16:18; 28:19, 20; Acts 2:40-47; 13:1-3; 14:27; 15:41; 1 Corinthians 1:2; Galatians 1:2; Colossians 4:16 ; 1 Thessalonians 1: 1; 1 Corinthians 12:12; Ephesians 4: 8-13; 2 Timothy 2: 2; 4: 5; Hebrews 3:12, 13; 10: 23-25; 1 Corinthians 14: 31-35 ; 1 Timothy 2: 8; Acts 20: 28-31; 1 Peter 5: 1-5; Hebrews 13: 7, 17; 1 Thessalonians 5: 12-14; 1 Peter 4:10, 11; Romans 12: 3- 13)
BAPTISM IN WATER
Water baptism is only designed for the individual who has received the saving benefits of Christ's atoning work and has become his disciple. Therefore, in obedience to the command of Christ and as a testimony to God, the Church, himself and the world, a believer must be immersed in water in the name of the Father, the Son and the Holy Spirit.
Baptism in water is a visual demonstration of a person's union with Christ, in the likeness of his death and resurrection. This means that his old way of life has been condemned to death and vividly represents a person's liberation from the dominion of sin. See: (Matthew 28:19, 20; Acts 2:38, 41; 8:35-38; 9:16-18; 10:44-48; 22:16; Romans 6:1-4)
THE LORD'S SUPPER
As with water baptism, the Lord's Supper should be participated in only by those who have become true followers of Christ. This ordinance symbolizes the breaking of the body of Christ and the shedding of his blood for us, and is to be performed repeatedly throughout the Christian life, as a sign of continued participation in the atoning benefits of Christ's death. .
By partaking of the Lord's Supper with an attitude of faith and self-examination, we remember and proclaim the death of Christ, receive spiritual refreshment for our souls, and bear witness to our unity with other members of the body of Christ. See: (Matthew 26:26-29; Mark 14:22-25; Luke 22:14-20; Acts 2:42; 1 Corinthians 10:16, 17; 11:17-34)
The Consummation
The consummation of all things includes the visible, personal, and glorious return of Jesus Christ, the resurrection of the dead and the transformation of the living into Christ, the judgment of the just and the unjust, and the fulfillment of Christ's kingdom in the new heaven and new land. At the Consummation, Satan with his host and all who are outside of Christ are finally separated from the presence of God, enduring eternal punishment. But the righteous, in glorious bodies, will live and reign with Him forever.
Married to Christ as His Bride, the Church will be in the presence of God forever, serving Him and giving Him endless praise and glory. Then the expectation of all creation will be fulfilled and the whole earth will proclaim the glory of God who makes all things new. See: (Matthew 24:29-31; John 5:28, 29; 14:1-3; Acts 1:11; Romans 8:18-25; 13:11, 12; 1 Corinthians 15:20-58; 2 Corinthians 4:16-5:10; Philippians 3:20, 21; 1 Thessalonians 4:13-5:11; 2 Thessalonians 1:5-12; 5:23; Titus 2:13; 1 Peter 1:3-9 ; 2 Peter 3:8-13; 1 John 3:2, 3; Jude 1:24, 25; Ephesians 5:25-27; Revelation 1:7; 5:9, 10; 20-22)
We accept the Bible, including the 39 books of the Old Testament and the 27 books of the New Testament, as the written Word of God. The Bible is the only essential and infallible record of God's self-revelation to humanity. It guides us to salvation through faith in Jesus Christ. Having been given by God, the Scriptures are verbally and completely inspired by Him. Therefore, as originally given, the Bible is free from error in everything it teaches. Each book must be interpreted according to its context and purpose, in reverent obedience to the Lord who speaks through it with life-giving power.
All believers are encouraged to study the Scriptures and apply them diligently to their lives. The Scriptures are the authoritative and normative guide and rule for all Christian life, practice, and doctrine. They are completely sufficient and cannot be added to, replaced or changed by new traditions, extra-biblical revelation or worldly wisdom. Every doctrinal formulation, whether it comes from a creed, confession or theology, must be tested with the complete counsel of God contained in the Holy Scriptures, the Bible. See: (2 Timothy 3:14-17; 2 Peter 1:19-21; Matthew 5:17, 18; John 10:34, 35; 1 Corinthians 14:37; Psalm 1:2; 19:7-11; Acts 17:11; James 1:18-25; 2 Timothy 2:15; 2 Peter 3:14-17; Galatians 1:8, 9
GOD IS TRIUNE
There is only one God: infinite, eternal, almighty, and perfect in holiness, truth and love. In the unity of divinity there are three persons: Father, Son and Holy Spirit; coexisting, co-equal, co-eternal. See: (Deuteronomy 6:4; 1 Corinthians 8:4-6; 1 Timothy 1:17; 6:15, 16; Daniel 4:34, 35; Isaiah 44:6, 8; 45:5, 21; Matthew 28 :19; 1 Corinthians 12: 4-6; 2 Corinthians 13:14; Ephesians 4: 4-6; John 1: 1, 14; Acts 5: 3, 4; Titus 1:13; Hebrews 1: 8-12)
GOD THE FATHER
God the Father is the Creator of heaven and earth. By his word and for his glory, He freely and supernaturally created the world from nothing. Through the same Word, He daily sustains all of His creatures. He reigns over all and is the only Sovereign. His plans and purposes cannot be prevented.
He is faithful to all his promises. He works so that all things work for the good of those who love him and in his inscrutable grace he gave his Son Jesus Christ for the redemption of humanity. He made man to have fellowship with him and intended that all creation should live to the praise of his glory. See: (Genesis 1:1-31; Psalm 104:1-35; Hebrews 11:3; Isaiah 40:26; Daniel 4:34, 35; Psalm 115:3; Ephesians 1:11; Romans 4:20, 21 ; Titus 1:2; Hebrews 6:17, 18; 10:23; 2 Corinthians 1:20-22; 2 Peter 1:3, 4; Romans 8:28; James 1:17; Genesis 2:8; 1 John 1:2, 3; John 17:3; Revelation 4:10, 11; Isaiah 43:7)
JESUSCHRIST
Jesus Christ, the only begotten Son of God, was the eternal Word made flesh, supernaturally conceived by the Holy Spirit, born of the Virgin Mary. He was perfect in nature, teaching and obedience. He is fully God and fully man. He was always with God and is God. Through Him all things were made and were created. He was before all things and in him all things subsist by the power of his word. He is the image of the invisible God, the firstborn of all creation, and in him dwells the fullness of deity bodily. He is the only Savior from the sins of the world after having shed his blood and having experienced a vicarious death on the cross of Calvary.
By his death in our place he revealed divine love and confirmed divine justice, the removal of our guilt and reconciliation with God. Having redeemed us from sin, on the third day he rose bodily from the grave, victorious over death and the powers of darkness, and over a period of forty days he appeared to more than five hundred witnesses making many convincing proofs of his resurrection. He ascended into heaven, where, at the right hand of God, he intercedes for his people and is Lord of all. He is the Head of his body, which is the Church, and must be worshiped, loved, served and obeyed by all. See: (John 1:1, 2, 14-18; Matthew 1:20; Luke 1:34, 35; Hebrews 4:15; 7:26; Hebrews 1:2, 3, 8-12; Colossians 1:15 -19; 2:9; 1 John 2:2; 4:14; John 3:16; Isaiah 53: 3-6; Matthew 20:28; 1 Hedron 4:18; Romans 3: 23-26; Hebrews 07: 26, 27; 10:5-12; Matthew 28:1-6; Mark 16:1-8; Luke 24:1-12; John 20:1-29; Acts 1:3, 8-11; 2 Timothy 2 :8; 1 Corinthians 15:1-11; Hebrews 2:14, 15; Revelation 1:17, 18; Romans 5: 6-11; Romans 8:34; Hebrews 7: 23-25; Ephesians 1: 19-23 ; Colossians 1:15-20; Revelation 5:1-14; 1 Corinthians 1:22; John 14:21, 23, 24)
THE HOLY SPIRIT
The Holy Spirit, Lord and giver of life, convicts the world of sin, justice and judgment. Through the proclamation of the gospel, He persuades men to repent of their sins and confess Jesus as Lord. By the same Spirit, a person is led to trust in divine mercy. The Holy Spirit unites believers with Jesus Christ in faith, produces the new birth, and indwells the regenerate.
The Holy Spirit has come to glorify the Son, who in turn came to glorify the Father. He will guide the Church to a correct understanding and rich application of the truth of God's Word. He is to be respected, honored and worshiped as God and the third person of the Trinity. See: (Genesis 1:2; Romans 1:3; 8:2,6; John 16: 7-11; 1 Corinthians 2: 8-13; 12: 3; Ephesians 3: 16-19; John 3: 5- 8; Titus 3:5; 1 Peter 1:2; John 16:13-15; 14:17, 25, 26; Acts 5:3, 4; 2 Corinthians 13:14; Matthew 28:19; Galatians 5:16 -25; Ephesians 1:13, 14)
THE MAN
God created man (male and female) in his own image, as the crown of creation, so that man could have fellowship with him. Tempted by Satan, man rebelled against God. Being estranged from the Creator of him, but answerable to Him, he became an object of divine wrath, being inwardly depraved and absolutely unable to return to God, without a special work of grace.
His depravity is radical and encompasses his entire being. It extends to his mind, will and affections. Unregenerate man lives under the dominion of sin and Satan. He is at enmity with God, with a hostile attitude towards God and despising God. Fallen and sinful man, no matter what his character or achievements, is lost and hopeless. Only Christ can save him. See: (Genesis 1:26, 27; 9:6; James 3:9; Psalm 8:3-8; Genesis 2:8; 3:1-13; Romans 5:12-14; Genesis 3:23, 24 ; Romans 5:6-14; 1 Corinthians 15:22; Genesis 6:5; Psalm 51:5; 58:3; Isaiah 53:6; John 3:3, 19, 20; 8:34; 2 Peter 2: 12, 18, 19; 1 Corinthians 2:14; Philippians 3:18, 19; Romans 3: 9-18; 8: 7; Ephesians 2: 1-3, 12; 4: 17-19; Isaiah 64: 6)
THE GOSPEL
Jesus Christ is the Gospel. The Good News is revealed in his birth, life, death, resurrection and ascension. The crucifixion of Christ is the heart of the Gospel; His resurrection is the power of the Gospel; and his ascension is the glory of the Gospel. The death of Christ is a substitutionary and propitiatory sacrifice to God for our sins. It meets the demands of God's holy justice and appeases his holy wrath. It also demonstrates the mysterious love of him and reveals the surprising grace of him.
Jesus Christ is the only mediator between God and man. There is no other name by which men can be saved. The center of all sound doctrine is the cross of Jesus Christ and the infinite privilege that redeemed sinners have to glorify God for what He has accomplished. See: (Luke 2:10, 11; 2 Corinthians 4: 3-6; 1 Corinthians 2: 2; 15: 1-4; Acts 8: 32-35; John 20:30 cf. 17: 2, 3; 1 Timothy 1:15; 2:16; Luke 24:45-47; Romans 1:1-4; 3:21-26; 5:15-21; 6:1-4; Acts 1:6-11; 1 John 2:2; 3:9, 10; Philippians 2:5-11; John 14:6; Acts 4:12; 1 Timothy 2:5, 6, 10; Ephesians 1:3-14)
MAN'S RESPONSE TO THE GOSPEL
Man's response to the gospel is rooted and founded in God's free and unconditional election for his own pleasure and glory. It is also true that the gospel message is effective only for those who genuinely repent of their sins, and by the grace of God, place their saving faith in Christ. This gospel of grace must be sincerely preached to all men of all nations.
Biblical repentance is characterized by a changed life, and saving faith is evidenced through Kingdom service and good works. Although neither repentance nor works save, unless a person is willing to deny himself, take up his cross and follow Christ, he cannot become his disciple. See: (Ephesians 1:3-6; Romans 8:28-30; 9:10-24; 2 Thessalonians 2:13, 14; 1 Corinthians 1:26-29; Luke 24:46, 47; Acts 2:38 ; 3:19; 5:31; 16:31; 20:20, 21; 26:17, 18; Romans 3: 26-28; 4: 4-8; 5:1; Ephesians 2:8-10; Matthew 28:18-20; Acts 1:8; Galatians 5:6; James 2:14-26; Luke 9:23-29)
MAN'S HERITAGE THROUGH THE GOSPEL
Salvation, the free gift of God, is provided by grace alone, through faith alone, because of Christ alone, for the glory of God alone. Anyone who turns from his sin in repentance and looks to Christ and his substitutionary death receives the gift of eternal life and is declared righteous by God, as a free gift. To him is imputed the righteousness of Christ, justified and fully accepted by God. Through Christ's atonement for sin, an individual is reconciled to God as Father and becomes his child. His sin debt is forgiven and, through the miracle of regeneration, the believer is freed from the law of sin and death and brought into the freedom of the Spirit of God. See: Ephesians 2:8, 9; Romans 3:27, 28; Titus 3:4, 5; Galatians 3:10-14; John 3:13-18; Romans 4:4; 5:10, 11, 18-21; 6:23; 8:3, 4; 2 Corinthians 5:20, 21; Philippians 3:8, 9; 1 Corinthians 1:30; Ephesians 1:5-7; Galatians 4:4-7; Romans 8:1-8, 14-17; 1 John 1:9; Hebrews 9:14; 10:12-18; Colossians 2:13, 14; John 3:3-8; Titus 3:5)
SANCTIFICATION
The Holy Spirit is the active agent in our sanctification and seeks to produce His fruit in us as our minds are renewed and we are conformed to the image of Christ. Although indwelling sin remains a reality, as we are led by the Spirit, we grow in the knowledge of the Lord, freely keeping his commandments and seeking to live in the world in such a way that all people can see our sins. good works and glorify our Father who is in heaven.
All believers are exhorted to persevere in faith, knowing that they will have to give an account to God for every thought, word and action. The spiritual disciplines, especially Bible study, prayer, worship, and confession, are vital means of grace in this regard. However, the believer's greatest confidence to persevere is based on God's promise to preserve his people until the end, which is more than certain. See: Romans 6:1-14; 8:1-16; Galatians 5: 16-25; 1 Peter 1:2; Romans 12: 1, 2; Ephesians 4:20-24; Colossians 3:1, 2; Romans 8:29; Ephesians 5: 1, 2, 18; 2 Peter 1:3-11; 3:18; 1 John 5:3; Philippians 2:14, 15; Matthew 5:16; 1 Peter 2:11, 12; Titus 2:1-14; Matthew 24:13; Hebrews 2:1; 4:11; Romans 5:3; James 1:12; 5:10, 11; Luke 8:15; Acts 14:22; 2 Timothy 3: 10-15; Philippians 3:12-16; Matthew 12:33-37; 1 Corinthians 3:12-15; 4:1-5; 2 Corinthians 5:10; Hebrews 4:12, 13; Acts 17:11; Psalm 1; 19; Colossians 3:16; Luke 18:1-8; 1 Thessalonians 5:17; Ephesians 6:18; Matthew 6:9-13; Acts 2:46, 47; Ephesians 5:18-20; Colossians 3:16, 17; James 5:15, 16; Jude 1: 1, 20-24; John 10:27-29; Jeremiah 32:38-41; 1 Peter 5:10, 11; Hebrews 13:20, 21; Philippians 2:12, 13; 1 Thessalonians 5:23, 24)
EMPOWERED BY THE HOLY SPIRIT
In addition to effecting regeneration and sanctification, the Holy Spirit also empowers believers for Christian witness and service. While the Holy Spirit indwells all genuine believers since his conversion, the New Testament also indicates the importance of a continuing and empowering work of the Holy Spirit after conversion. The indwelling of the Holy Spirit in a believer and the experience of being filled with the Spirit are theologically two distinct experiences. The Holy Spirit desires to continually fill each believer with greater power for Christian life and witness. For their part, believers should seek this fullness as a regular and recognizable blessing to the Christian life.
The Holy Spirit also imparts his supernatural gifts for the edification of the Body and the work of ministry in the world. All of the gifts of the Holy Spirit that were at work in the first century church are available today and must be ardently desired and practiced, as they are vital to the mission of the church. See: Romans 8:9; 1 Corinthians 12:13; Acts 2:1-14, 38, 39; 4:8, 29-31; 6:3; 9:17; 13:9; 1 Corinthians 12:1-31; Ephesians 5:18-20; 1 Thessalonians 5:19-21; Galatians 3:4; Ephesians 4:3-13; Romans 12:3-8; 1 Peter 4:10, 11).
THE CHURCH
God, through his Word and Spirit, creates the Church, calling sinful men from among the entire human race to the communion of the Body of Christ. By the same Word and the Spirit, he guides and preserves that new and redeemed humanity. The Church is not a religious institution or denomination. Rather, the universal Church, meaning all those who have been redeemed and regenerated in every place and nation, is composed of those who have become authentic followers of Jesus Christ and have personally appropriated the gospel. The Church exists to worship and glorify God as Father, Son and Holy Spirit. She also exists to serve him by faithfully doing his will on earth. This involves a commitment to see the gospel preached and churches planted throughout the world, as a testimony. The ultimate mission of the Church is to make disciples through the preaching of the gospel. When God transforms human nature, this then becomes the primary means for the transformation of society. Upon conversion, newly redeemed men and women are added to a local church in which they will dedicate themselves to receiving teaching, fellowshipping, and participating in the Lord's Supper and prayer.
All members of the universal Church must be a vital and committed part of a local church. In this context, they are called to walk under the New Covenant, as people of God and demonstrate the reality of the kingdom of God. The ascended Christ has given ministerial gifts to the church (including apostles, prophets, evangelists, pastors, and teachers) for the equipping of the body of Christ so that it may mature and grow. Through ministerial gifts, all members of the Church are to be nourished and equipped for the work of ministry. In the context of the local church, believers receive pastoral care and guidance for their lives. Also, they have the opportunity to employ their God-given gifts in their service in relationship to each other and to the world.
God's people receive pastoral care, leadership, and the opportunity to use their God-given gifts in service to others and the world. See: (Matthew 16:18; 28:19, 20; Acts 2:40-47; 13:1-3; 14:27; 15:41; 1 Corinthians 1:2; Galatians 1:2; Colossians 4:16 ; 1 Thessalonians 1: 1; 1 Corinthians 12:12; Ephesians 4: 8-13; 2 Timothy 2: 2; 4: 5; Hebrews 3:12, 13; 10: 23-25; 1 Corinthians 14: 31-35 ; 1 Timothy 2: 8; Acts 20: 28-31; 1 Peter 5: 1-5; Hebrews 13: 7, 17; 1 Thessalonians 5: 12-14; 1 Peter 4:10, 11; Romans 12: 3- 13)
BAPTISM IN WATER
Water baptism is only designed for the individual who has received the saving benefits of Christ's atoning work and has become his disciple. Therefore, in obedience to the command of Christ and as a testimony to God, the Church, himself and the world, a believer must be immersed in water in the name of the Father, the Son and the Holy Spirit.
Baptism in water is a visual demonstration of a person's union with Christ, in the likeness of his death and resurrection. This means that his old way of life has been condemned to death and vividly represents a person's liberation from the dominion of sin. See: (Matthew 28:19, 20; Acts 2:38, 41; 8:35-38; 9:16-18; 10:44-48; 22:16; Romans 6:1-4)
THE LORD'S SUPPER
As with water baptism, the Lord's Supper should be participated in only by those who have become true followers of Christ. This ordinance symbolizes the breaking of the body of Christ and the shedding of his blood for us, and is to be performed repeatedly throughout the Christian life, as a sign of continued participation in the atoning benefits of Christ's death. .
By partaking of the Lord's Supper with an attitude of faith and self-examination, we remember and proclaim the death of Christ, receive spiritual refreshment for our souls, and bear witness to our unity with other members of the body of Christ. See: (Matthew 26:26-29; Mark 14:22-25; Luke 22:14-20; Acts 2:42; 1 Corinthians 10:16, 17; 11:17-34)
The Consummation
The consummation of all things includes the visible, personal, and glorious return of Jesus Christ, the resurrection of the dead and the transformation of the living into Christ, the judgment of the just and the unjust, and the fulfillment of Christ's kingdom in the new heaven and new land. At the Consummation, Satan with his host and all who are outside of Christ are finally separated from the presence of God, enduring eternal punishment. But the righteous, in glorious bodies, will live and reign with Him forever.
Married to Christ as His Bride, the Church will be in the presence of God forever, serving Him and giving Him endless praise and glory. Then the expectation of all creation will be fulfilled and the whole earth will proclaim the glory of God who makes all things new. See: (Matthew 24:29-31; John 5:28, 29; 14:1-3; Acts 1:11; Romans 8:18-25; 13:11, 12; 1 Corinthians 15:20-58; 2 Corinthians 4:16-5:10; Philippians 3:20, 21; 1 Thessalonians 4:13-5:11; 2 Thessalonians 1:5-12; 5:23; Titus 2:13; 1 Peter 1:3-9 ; 2 Peter 3:8-13; 1 John 3:2, 3; Jude 1:24, 25; Ephesians 5:25-27; Revelation 1:7; 5:9, 10; 20-22)